¿Qué número ves?
¿No lo ves?...
No te asustes, no hay ningún número. Pretendía sólo que sintieras ese momento en el que no eres capaz de ver el número y todo dentro de ti se tambalea. Hablo del daltonismo.
La entrada de hoy es un cariñoso homenaje a dos grandes amigos, no daré sus nombres, nadie tiene por qué saber quiénes son, ellos dos saben que me refiero a ellos.
Siempre me acuerdo de vosotros, amáis la aviación, disfrutáis de cada minuto de vuelo, pero el certificado médico se cruzó en vuestro camino. Tal vez las aspiraciones de mis dos amigos sean distintas, estoy seguro de que a uno de ellos le encantaría ser piloto de línea aérea, llegar a lo más alto, y al otro, le fascinaría volar por España y por el mundo en instrumental a los mandos de su avioncito.
Sabed, que sois parte del impulso que ha hecho que me levantase a estudiar el ATPL, parte de esa fuerza que me obligaba a no bajar nunca los brazos y a no tirar la toalla en los momentos tan difíciles, no imagináis cómo me gustaría que me acompañarais en mis vuelos instrumentales y que pudierais compartir conmigo esa ilusión por llegar a piloto comercial.
Tal vez no os vea todo lo que quisiera, pero estáis muy presentes en mi cabeza. Un pedacito de mis logros, también es vuestro y quiero compartirlo con vosotros y si me lo permitís, con todas y cada una de las personas que sueñan con volar y por algún motivo, no puede hacerlo.
Me siento un privilegiado, pero no un privilegiado que anda subido a un pedestal y os observa desde arriba, más bien todo lo contrario, trato siempre de acercar la aviación a todo el mundo, de quitar ese aura o esa fama negativa, somos personas normales.
Tengo la inmensa suerte de poder ser quien quiero ser, de estudiar lo que siempre quise y de tener al menos la opción de terminar mis licencias, ojalá también pueda vivir de esto. Es un orgullo para mi decir esto, pero es mi obligación compartir mis triunfos con quienes me rodean, con quienes no pueden llegar aquí.
Va por vosotros.
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