El silencio de la barrena

Hacía mucho tiempo que no practicaba barrenas. Tal vez demasiado. 

Practicar y aprender nunca está de más. Y para un instructor, es algo muy necesario, aunque también lo es para todos los pilotos.

Volar, es una actividad que entraña un riesgo, un riesgo sin duda alto, y aunque la estadística nos dice que volar es seguro, el propio hecho de separanos del suelo, nos convierte en un caramelo para esa poderosa fuerza que es la gravedad, la cual nos puede llevar a ese implacable y duro suelo.

Tras compartir un video en mi Facebook y leer con detenimiento los comentarios, he querido hablar sobre la barrena.

Para los ajenos a la aviación, la barrena, es una maniobra (realizada de forma intencionada o no) que enrosca el avión y lo hace caer en espiral hacia el suelo.

Para los iniciados, la barrena es la pérdida de sustentación total en uno de los planos que hace que el avión se desplome de ese lado y gire sobre sí mismo mientras pierde altitud de forma brutal.

Y no, no es que nos hayamos vuelto locos por practicar esta maniobra, sencillamente, practicar, conocer y sentir esta maniobra, teniendo claro cuál es el procedimiento adecuado para salir de la barrena, puede llegar a salvarnos la vida.

Porque el verdadero peligro, se da cuando entramos en pérdida o en barrena de forma no intencionada, el susto puede bloquearnos.

Verte con el avión apuntando al suelo mientras todo gira, puede ser una sensación divertida o una auténtica pesadilla. A mi personalmente no me desagrada, puesto que lo veo como una maniobra que me puede salvar la vida. Sin embargo, tengo compañeros que rechazan tan siquiera practicarlas, lo respeto.

En ocasiones, pesa mucho el saber que esa maniobra se ha llevado por delante la vida de muchas personas que no han tenido la habilidad, la altitud o la templanza de conseguir salir de ella.

A mi, personalmente me pesaba un poco el reciente accidente de mis amigos Miguel y Jordi. Desde aquí les mando un abrazo al cielo.

Tal vez por ello, o por la tensión de la maniobra, el silencio en cabina durante la barrena era sepulcral. Mientras caíamos ambos estábamos muy concentrados, atentos a los parámetros de altitud y velocidad.

Una y otra vez caímos unos 1000 pies en cada barrena. Las fuerzas G y la tensión van desgastando el cuerpo hasta agotarlo. 



El vuelo fue muy divertido, instructivo y gratificante para ambos. Da gusto coincidir con un instructor implicado y con ganas de enseñar. 

Hay días, en los que aprendes un poquito más y este fue uno de ellos.

Buenos y seguros vuelos!


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