Cuida un poco de mi, Victor.
Me enfrento a una pantalla en blanco en la que apenas se qué escribir...
No quería escribir en el blog para esto, y mucho menos para hablar de un amigo que hoy ha tenido un accidente en avioneta y ha fallecido.
Sabemos a lo que nos exponemos, pero cuando le ocurre a un amigo...todo se tambalea...
Nos pasamos la juventud estudiando, invirtiendo nuestra vida, nuestro tiempo y nuestro dinero por luchar por nuestro sueño. Llegar a volar.
Recuerdo cómo me contaba en la oficina que él también había trabajado de socorrista para sacarse algo de dinero que invertir en volar...
Recuerdo también, charlar tranquilamente en la terraza de la oficina mientras mirábamos avionetas despegar y aterrizar en Cuatro Vientos, esa bondad, esa sonrisa siempre amigable...la aviación no te ha tratado bien, no merecías estar hoy en esa avioneta, merecías tener un puesto en aerolínea, tú sí te lo merecías, tu esfuerzo y tu sacrificio no han podido ser recompensados.
Pero la aviación, como la vida, suele ser caprichosa e injusta. Y hoy nos has dejado del peor modo posible.
Ojalá puedas cuidarme desde el cielo, protegerme para que nada me pase, susurrame al oído que vuelva a mirar la velocidad, y dime con esa sonrisa que la velocidad y la altura conservan la dentadura.
Victor ha sido un ejemplo de buen piloto pero sobre todo de buena persona, no ha tenido la oportunidad de entrar en aerolínea pero ha seguido luchando día a día por encontrar ese hueco que le estaba esperando, trabajando en condiciones no siempre deseables con la vista siempre puesta en sumar las horas para poder llegar a trabajar con dignidad en una aerolínea.
Un gran piloto que hoy vuela más alto, en la memoria quedarán esos días juntos en la oficina y esos atardeceres que a ambos nos encantaban.
Y yo mañana me volveré a poner el uniforme y volveré a volar, te mandaré un abrazo desde unos cientos de pies del suelo.
Descansa en paz amigo.
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