Escapada a Castellón

Si hay algo que me está faltando últimamente es tiempo libre...

Afortunadamente me sale el trabajo por las orejas, habiendo incluso rechazado alguna oferta de las que antes... no hubiese dudado en aceptar.

El caso es que aprendes a valorar tu tiempo libre de otro modo, exprimiendo cada minuto de ese tiempo y tratando de compartirlo con esas personas que siempre están ahí. Y es ahora, cuando al tener poco tiempo, me esfuerzo en que cada minuto merezca mucho la pena.

Es por ello que decidí hacer una escapada con una de esas personas fundamentales en mi vida, Javi. Llevaba años queriendo volar conmigo y yo queriendo llevarle, pero no había sido posible hasta el otro día que casi le saqué de casa por las orejas y le llevé a volar.

"Javi, llévate un bañador que nos vamos a bañar y a tomar una paella en la playa", creo que en un principio no me tomó enserio con lo del baño...en realidad nunca me tomó enserio con lo del baño...

Estaba algo nervioso, era su primer vuelo en avioneta, de camino en el coche íbamos riéndonos, sabía que lo pasaría en grande.

Al llegar saqué la avioneta y casi tengo que meterle con calzador, en una cosita tan pequeña un tío tan alto...pero se adaptó bien. Alegría y nervios en su cara cuando enfilo la pista para despegar, móvil en mano...despegamos.

Minutos después ya lleva él el avión rumbo a Castellón. No demasiado lejos, tenemos la oportunidad de ver el monstruo marino del Beluga aterrizando en Getafe, sorprende ver lo cerca que pasamos.

El vuelo es tranquilo, no hay demasiadas turbulencias a esa hora todavía y le voy ayudando a tomar referencias visuales y volar hacia ellas, a mantener la altitud, etc... lo cierto es que en un par de minutos le tenía cogido el punto.

Pasamos por Seseña y le mostré el máximo exponente del boom del "ladrillazo" con la ciudad del Pocero. Un pegote de ladrillo, un polideportivo enorme, urbanizaciones por construir y un enorme cementerio de neumáticos usados...y eso en medio de la nada.

Poco después, a lo lejos comenzamos a ver Cuenca..."Mira Javi, ya te tengo mirando a Cuenca ;) " jajaja

En aquel momento ya volaba como pez en el agua, dándole yo unas pequeñas correcciones para no perder el rumbo, pero poco más. Le estaba gustando. Y a mi verle tan contento me alegraba un montón.

Al acercarnos a Castellón, tomé los mandos e hicimos unas pequeñas maniobras para que experimentase las sensaciones y las posibilidades del avión. Le encantó, pero con el calor apretando, se mareó algo...es normal.

La playa de fondo con el puerto, y a la izquierda la pista... tiene algo especial ese campo, sobrevolar el puerto y la playa para la aproximación es una experiencia increíble. Ves los barcos moverse, las grúas del puerto, la gente pasear por la playa y vas descendiendo...las casas, los hoteles, la rotonda...y la pista...Estás en tierra.



Lo primero es ese olor característico de la playa, como si un chip te cambiase en tu cabeza, de golpe te sientes como de vacaciones, estamos en Marzo, pero hace calor y un día de lujo...el cuerpo te pide playa.

Repostamos mientras nos pega el sol y nos vamos quitando capas de ropa. Dejamos el avión y nos vamos a la oficina a ver a nuestro amigo... "¿qué? ¿cómo? ¿dónde? ¿cuándo? ¿por qué?..." quien lo conozca sabrá bien de lo que hablo, y es que el peculiar humor de ese hombre se ha convertido en un clásico de la llegada a Castellón. Por suerte a mi ya no me toma el pelo, pero se entretuvo un rato con Javi jajaja.

Es hora de cambiarse..."Javi, ponte el bañador"... le seguía viendo lagunas al asunto...pero se lo puso y salimos en bañador y chanclas hacia la playa como si fuese Agosto. La gente nos pasaba alrededor con el abrigo puesto y nos miraba raro...

Ya en la arena, con el sol y el calor, lo del baño pintaba de otro color, pero había que pasar la barrera de la temperatura del agua...pones el pie y esperas con miedo que la ola te congele...sorprendentemente estaba fría, pero creo que ambos esperábamos mucha menos temperatura.

Al final entró él antes que yo en el agua. "pues tampoco está tan fría" Un chapuzón y pendientes de la hora que el tiempo apremia. Nos secamos y nos dirigimos a por la paella. Había bastante gente comiendo allí en la terraza, unas ali-oli y una paella valenciana...


"Creo que podría acostumbrarme a esto" me decía Javi. Y sin duda que yo también, poder levantarte en Madrid y darte un baño en la playa, tomar una paella y volverte es algo reservado para unos privilegiados chiflados, y sin ser rico, de vez en cuando, te lo puedes permitir y la experiencia merece la pena.


Una vez tomada la paella, el camino de vuelta se hace algo más duro, sabes que es hora de volver y es entonces cuando comienzas a hacerte a la idea de la magnitud de un día así.

El despegue nos vuelve a permitir sobrevolar la playa y el puerto, como en una despedida, miras esa playa en la que unos minutos antes te bañabas, esperando volver de nuevo en cuanto sea posible.


Javi vuelve a llevar los mandos bajo mi supervisión, pero el día ya ha avanzado y las turbulencias son ya considerables, de modo que casi por obligación, cojo de nuevo los mandos y continuamos el vuelo entre saltos que a mi me hacen gracia mientras que a Javi le dejan algo más pálido de lo habitual jajaja.

El viaje de vuelta se ve distorsionado porque en uno de los trabajos salen los turnos y me veo casi obligado a estar pendiente de los cambios mientras vamos volando...por suerte llevo a mi copiloto Javi Simpson, que a esas alturas ha pasado del pálido al amarillo. Fue movidita la vuelta, pero con todo y con eso, mereció mucho la pena.

Buenos vuelos y si es con buenos amigos...mucho mejor!

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